Proverbio holandés: “No puede impedirse el viento, pero pueden construirse molinos”

Proverbio holandés: “No puede impedirse el viento

pero pueden construirse molinos”

El autor de 7 lessons for leading in crisis (2009), Bill George, dice: “Jamás desaproveches una buena crisis”. Puede ser una gran oportunidad para que la verdadera transformación ocurra. No se trata de alegrase de las dificultades que nos ocurren, sino de darles un sentido. 

La intención de este artículo es que nos predispongamos a mostrar, como humanos, nuestra mejor versión, haciéndolo a partir de esta situación que nos está tocando vivir. 

Lo que voy a exponer, no lo digo yo, es el resultado de toda una vida de reflexión sobre mi propia experiencia y lo que he aprendido de cantidad de intelectuales y profesionales que, habiendo estudiado al ser humano y su evolución, aseguran que las crisis y adversidades aportan grandes beneficios a las persona, entre los que cabe destacar: 

  • Aprender a valorar todo lo que se tiene y ser agradecido. Shakespeare afirmó “sufrimos mucho por lo poco que nos falta y disfrutamos poco de lo mucho que tenemos”. Y así se nos escapa la vida. Si logramos sortear esta experiencia, la mayoría de nosotros saboreará la vida de otra manera, más consciente e intensamente.
  • Afrontar el futuro con menos miedo. Cuando uno pasa por una situación límite y es capaz de capearla, desarrolla la habilidad de afrontar los problemas desde otro lugar. La adversidad bien gestionada refuerza la autoestima que no es sino el control de la situación.
  • Aprender a vivir el presente y cultivar los afectos. Todas las personas que han pasado por situaciones extremas, en las que la frontera que separaba la vida de la muerte era mínima, como Gustavo Zervino (superviviente del accidente de Los Andes, narrado en la película Supervivientes) sacan como conclusión de su experiencia, por un lado, la importancia de vivir el presente: “hay que vivir el único momento en el que podemos tomar acción, el presente”, y por otro, la importancia del afecto: “cuanto más dura es la vida, más se repara en él. El afecto es el mejor reconstituyente que existe”.
  • Sacar la parte más noble de cada individuo. Cuando uno se ve al borde del precipicio y la sensibilidad está a flor de piel, casi siempre la bondad humana, natural en los seres humanos, suele emerger de lo más profundo de cada persona. Y se cumple el Omnia in bonum: todo ocurre para bien. Muchas veces el universo envía regalos envueltos en problemas para dar sentido a la vida.
  • Encontrar sentido a la vida. Christopher Reeve, Superman, después de que en 1995 quedara paralizado, buscó significado a su vida desde la espiritualidad y expresó: “Me di cuenta de que mi espiritualidad se reflejaba en cómo me comportaba con quienes me rodeaban”. Por su parte, Abraham Lincoln dijo: “Cuando hago bien me siento bien; cuando hago mal me siento mal. Esa es mi religión”.
  • Conectar con el lado espiritual de la vida. Cuando todo se ve perdido, cualquier persona -incluso los más escépticos- intentan aferrarse a un hilo de esperanza. La fe es creer en aquello de lo que no se tiene evidencia. Hay situaciones que solo son soportables con una buena dosis de fe, de otro modo es fácil derrumbarse.
  • Distinguir lo “esencial” de lo “accidental”. La adversidad nos deja desnudos ante nosotros mismos y nos obliga a hacer balance de nuestra vida, a distinguir lo importante de lo secundario.
  • Despertar talentos ocultos. Desde la comodidad de la rutina es muy complicado desafiar a nuestros límites. A menudo, los límites no son sino miedos anclados en el inconsciente, que nos debilitan e impiden sacar lo mejor que llevamos dentro.
  • Encontrar nuestra vocación. En ocasiones, lo mejor que le puede ocurrir a una persona es aquello que jamás hubiese deseado que le ocurriese. Perder un trabajo, por ejemplo, puede ser el revulsivo que necesitábamos, ya que gracias a esa decisión de la empresa que nos parece tremenda, es el comienzo de un nuevo viaje que, en otras circunstancias, nunca hubiésemos emprendido. Pascal afirmaba que “la desgracia descubre al alma luces que la prosperidad no llega a percibir”. Parece que las crisis actúan a modo de despertador vital. Casi nunca el hombre cambia por iniciativa propia, solo se pone en movimiento cuando todo tiembla a su alrededor. Según el psiquiatra Enrique Rojas “Parece una paradoja, pero la frustración es necesaria para la madurez. En el triunfo uno se emborracha de sí mismo, mientras que el sufrimiento sirve para entender qué significa el arte de vivir”.


En resumen, a lo largo de la vida, la adversidad nos visita a todos y es una oportunidad. Entendida así, ya solo nos queda reconocer que está en nuestras manos sacar partido de ella.

Mª Dolores González Valverde

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