SOS a los planes de estudio para docentes
Cuando cambiamos de siglo alguien dijo que en los primeros 30 años, lo que más necesidad de cambio iba a tener, iba a ser la educación. Llevamos consumidos más de diecisiete años y los cambios que se deberían haber producido, en educación, apenas se advierten.
Los colegios se siguen construyendo de la misma manera, con los mismos espacios, orientaciones y dimensiones y permanecen cerrados y de espaldas a la sociedad. Las materias siguen inconexas, las unas con las otras, al igual que los profesores. Los alumnos siguen agrupados por edad biológica, sin tener en cuenta sus particularidades y ritmos de maduración. Los horarios se siguen organizando en tiempos de una hora, cuarenta y cinco o cincuenta y cinco minutos etc. El alumno sigue aportando cantidad de material al aula, que en su mayoría no tiene utilidad alguna. La familia no es parte activa dentro de la cultura de los centros en los que se forma a sus hijos.

Queda muy poco tiempo para que los maestros y profesores de 2030 cuenten con la formación y la calidad humana, que se requiere, para que la educación sea la base del éxito político, social, económico, cultural, espiritual etc. de nuestro país. Considero, aunque no sirva de mucho, que el principal desafío de los sistemas educativos es la calidad humana y profesional de sus maestros y profesores y la adecuada formación de los equipos directivos de los centros educativos. María Montessori basaba el éxito de los resultados educativos de los niños en la calidad del adulto que les acompañaba y guiaba en la niñez y en la adolescencia.
Se asegura, por parte de expertos, que en 2030, lo importante, lo más valorado en los individuos no serán los conocimientos académicos. Lo más valorado serán sus habilidades personales, humanas y espirituales. Los métodos de enseñanza, en los países que evolucionen, estarán basados en el respeto a cada alumno y en la creatividad del niño a la hora de aprender y del maestro/profesor a la hora de enseñar.
Con estas premisas, o se revolucionan los planes de estudios del grado de Magisterio o nos vamos a encontrar con unas necesidades, en las relaciones sociales, que van a desbordar totalmente a los individuos, en cualquiera de los ámbitos, ya sean familiares, educativos, empresariales, de investigación, de formación permanente, etc. provocado por una forma de educar totalmente paralizada durante cuarenta años, frente a un mundo totalmente activo, cambiante y conectado.
Creo personalmente que los alumnos de Magisterio no están aprendiendo métodos innovadores que les hagan, en un futuro, probar y dejar probar a sus alumnos distintas formas de aprender, de crear, de descubrir, de compartir de curiosear etc. Cualquier persona sensible al cambio de paradigma educativo, debe estar alerta y pendiente para que ese cambio se produzca a través de él mismo. El cambio comienza en cada uno de nosotros y es necesario que seamos conscientes de ello. Los formadores de maestros y profesores deben cambiar como personas y en sus formas de enseñar haciendo partícipes a sus alumnos de esos cambios. Todo el periodo de formación para la docencia debería ser eminentemente práctico.
El maestro de maestros debe enseñar de forma activa, creando y dejando crear, dando herramientas para aprender durante toda la vida.
Cuando se enseña así, el alumno crea contenidos, construye conocimiento, defiende hipótesis etc.
Las aulas de 2030 deben ser espacios sociales en los que:
- El poder esté regulado por el grupo.
- Fluyan las emociones.
- Exista confianza.
- Desaparezca el premio y el castigo.
- Se aprenda en movimiento.
- Se cree y se investigue.
- Se utilicen las nuevas tecnologías.
- Se aprenda con metodologías activas.
- Se verbalicen las dificultades y las emociones.
- Se mezclen los alumnos de distintas edades.
- Se establezcan relaciones entre las actividades y las asignaturas.
- Se evalúe por competencias atendiendo a la diversidad de los alumnos.
- Se permita la participación de los alumnos en el proceso de evaluación.
- Se permita el aprendizaje en espacios formales e informales.
- Se elaboren porfolios individuales.
- Etc.
Con esta exposición queda muy claro que, tanto en los planes de estudio del grado de Magisterio, las prácticas de dichos grados, así como en los TFGs, no se prepara al docente para hacer una adecuada gestión de aula, en los términos expuestos anteriormente.
Y si queremos que esto cambie seamos ECO de este mensaje, en cualquiera de los ámbitos en los que nos movamos, pero sobre todo, si somos docentes, iniciemos nuestro propio cambio a nivel personal.
Los niños y jóvenes lo merecen y el futuro lo necesita.
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